Acto de homenaje a Pinochet en el centro de Santiago:

¡La clase obrera y la juventud chilena, sacando las lecciones del golpe contrarrevolucionario del 73, demuestran en las calles cómo se enfrenta al fascismo!

10/06/2012

Los fascistas alistan su demostración de fuerzas

Hoy domingo 10 de junio se desarrolló en el emblemático Teatro Caupolicán, en pleno centro de Santiago, en el barrio Avenida Matta / San Diego, un homenaje al tirano Pinochet. El evento lo organizó la “Fundación 11 de septiembre” (nombre en “honor” a la fecha del sangriento golpe contrarrevolucionario de 1973), encabezada por militares en retiro y políticos pinochetistas, junto a agentes de la CNI (Central Nacional de Inteligencia en la época de Pinochet) hoy “presos” en una cárcel de lujo llamada Punta Peuco. El objeto del homenaje, según los organizadores, era exhibir un documental llamado “Pinochet”, que da cuenta de la visión de la ultraderecha sobre el golpe, y que ya fue galardonado en un festival de cine cubano de los gusanos en Miami, Estados Unidos. Funcionarios públicos de gobierno y parlamentarios de la derecha fueron invitados pero “lamentaron” no poder asistir.


Al acto asistieron 1.200 personas en total, incluyendo a Augusto Pinochet Molina (nieto de Pinochet que fue expulsado del ejército por dar un rabioso discurso en el funeral de Pinochet diciendo que su abuelo era un héroe por haber ganado solo la “Guerra Fría” en Chile), un reconocido político franquista español, el alcalde de Miami, el representante de la comunidad cubana en Miami, un representante inglés de la Tatcher y un representante de la ultraderecha francesa, de Le Pen. Se habían puesto a la venta 5.000 entradas y, según se informa, se vendieron todas. No obstante, un poco menos de un tercio se hizo presente.

Previo al acto, los organizadores habían declarado, con certero instinto de clase, que “los pinochetistas hemos estado callados durante veinte años. Todos han falsificado la historia, y es hora de hablar. Chile está volviendo a los ’70 y no nos extrañaría que apareciera nuevamente la Unidad Popular”.

Por su parte, las organizaciones de derechos humanos y de familiares de detenidos desaparecidos convocaron a una “funa” (scrach) para impedir que se realizara el acto. Los parlamentarios del PC y la Concertación intentaron presionar al gobierno y a la intendencia para prohibir el acto, a lo que el gobierno respondió diciendo: “Todos los chilenos, todos, tienen derecho a expresarse. Siempre hemos garantizado ese sagrado derecho que defiende nuestra Constitución democrática. Si bien como gobierno no nos hacemos parte del acto, si velaremos, y pondremos todos los medios disponibles, por que se garantice su realización en total normalidad.” Para “nivelar”, el gobierno autorizó una concentración de las organizaciones de derechos humanos en el Parque Almagro, a unas cinco cuadras del Teatro Caupolicán.

Claramente, este acto, el de Pinochet, no fue otra cosa que una provocación abierta de la burguesía pinochetista, en medio de la situación prerrevolucionaria que atraviesa Chile, para decir “aquí estamos los pinochetistas”, y para ver también la real relación de fuerzas entre las clases. La política de la Concertación, el PC, y también de toda la izquierda reformista, fue la de decir que era una lucha “por la democracia, por los derechos humanos, por la memoria histórica, y contra los asesinatos de Pinochet, puesto que el homenaje violaba el estado de derecho y la democracia”.

La vanguardia combativa sale al ataque

Anoche sábado, hasta la madrugada, decenas de familiares de detenidos desaparecidos y activistas se encadenaron al acceso principal del Teatro Caupolicán, para intentar impedir que se desarrollara el evento. Por supuesto, fueron víctimas de la represión, no sólo de los pacos asesinos sino también de bandas fascistas que pululan por decenas en ese sector, y que son organizadas desde una comisaría cercana (son las mismas bandas que hace poco tiempo torturaron y asesinaron a un joven proletario homosexual en un parque del sector). No hubo resistencia a la represión, y todos se retiraron luego de un rato.

Cerca de las 9 de la mañana de hoy comenzaron a llegar los asistentes al acto pinochetista y también a la “funa”. Hubo un aviso de bomba afuera del Teatro, y cuando los pacos del GOPE (Grupo de Operaciones Policiales Especiales) llegaron a desactivar el supuesto aparato explosivo, se encontraron con la sorpresa de que no contenía más que un panfleto que decía en letras gigantes: “¡NI PERDÓN NI OLVIDO!”.


Los pacos asesinos custodian a una pinochetista
A pesar del carácter “democrático y pacifista” que intentaron imprimirle a la jornada las organizaciones convocantes, el profundo odio y la sed de justicia de clase de la vanguardia obrera y juvenil se respiraba en todas las calles cercanas al Teatro. Los pacos montaron un monstruoso operativo policial, y cerraron un perímetro de más de 20 cuadras en total, para proteger a los fascistas.
A pesar de ello, algunos fachos, confiados, intentaron llegar a pie al Teatro, y todos los que fueron sorprendidos por las decenas de barricadas que ya se montaban a eso de las 10: 30 de la mañana (el acto estaba convocado a las 11) se llevaron espectaculares golpizas a manos de la juventud proletaria y de obreros combativos. Sólo el accionar de los pacos frenó el furibundo actuar obrero contra los pinochetistas, quienes a esas alturas caían, uno a uno, al suelo ensangrentados.
A las 11 de la mañana, de todas formas, comenzó el acto, y en las afueras la masa de unos 10.000 combatientes (según los pacos habían 3.000) cercó las calles aledañas al Teatro, en más de diez poderosas barricadas. Nadie pensaba moverse hasta esperar a que salieran los fachos y darles su merecido. En vano fueron los tibios intentos del PC y los de los derechos humanos de impedir que la juventud y la vanguardia obrera se enfrentaran a los pacos pinochetistas para intentar llegar al mismo Teatro. El PC y sus amigos mocionaban ir a marchar a La Moneda, mientras todos los acusaban de cobardes por no querer enfrentar a los fascistas. Se escuchaban furiosos gritos como “¡Ya van a ver, ya van a ver, todas las balas se van a devolver!” y desgarradores cánticos en homenaje a todos los caídos por la dictadura. Se respiraba un gran espíritu de combate y terrible odio contra la burguesía pinochetista. En cada esquina se discutía acerca de que ya se había visto que ni la justicia pinochetista ni el parlamento burgués podían hacer justicia para con nuestros mártires. Activistas independientes le encaraban, a grito limpio, al PC el haber desarmado a los Cordones Industriales el 73 y que la “vía pacífica al socialismo” fue una gran traición. Ya a nadie sorprendía que los pacos defendieran a los fachos y se desataba una monumental batalla en todas las calles del sector.

La vanguardia estudiantil apalea una pinochetista

Mientras los pacos intentaban avanzar con sus piquetes, las barricadas de los combatientes los hacían retroceder a cada instante. Varias barreras de contención volaron por los aires con la furia, las piedras, los palos y todas las armas de la juventud combativa. Sólo los terribles gases lacrimógenos lograron impedir que la enardecida masa accediera al Teatro.

En el Parque Almagro, una furiosa horda de activistas bajó a varios pacos de sus caballos y les propinaron su merecido, dejando a un paco gravemente herido, mientras los animales huían despavoridos sin jinete. Una antigua y gigante iglesia del sector, “Los Sacramentinos”, terminó con todos sus vidrios rotos, una automotora que tenía en su garita a decenas de autos nuevos, de lujosas marcas, terminó completamente destruida, y los vehículos corrieron la misma suerte, mientras varias sucursales bancarias también quedaron destruidas, y un local de bicicletas fue saqueado.


Trabajadores increpan a los seguidores del chacal Pinochet

En cada esquina se veían barricadas, enfrentamientos con los pacos, mientras todos los activistas, en su mayoría obreros y jóvenes combativos, preguntaban por dónde saldrían los fachos para ir a esperarlos. Hordas de centenares de personas, piedras y palos en mano, deambulaban de barricada en barricada buscando el lugar por dónde saldrían los pinochetistas. Distintas voces se corrían, datos de la radio se pasaban de boca en boca y la ansiedad por que salieran los fascistas se apoderaba de las barricadas. Ya eran cerca de las 13 horas. Obreros, ancianos, señoras, mujeres, niños y combativos adolescentes organizaban, de manera espontánea, grupos para sacar letreros, picar piedras del concreto suministrado por las aceras de las calles, prender barricadas y entonar gritos de guerra.

A primera hora en la mañana se escuchaba el grito de: “¡Como a los nazis les va pasar… adonde vayan los iremos a buscar!”. Al mediodía el mismo grito cambió: “¡Como a los nazis les va a pasar… adonde vayan los iremos a funar!”. Pero ya cuando comenzaban a salir los fachos, con mas fuerza que nunca, se cantaba: “¡Como a los nazis les va a pasar… adonde vayan los iremos a matar!”

 

Finaliza el acto, el enfrentamiento se hace inevitable, y la se desata la lucha

A eso de las 14:30 horas el acto pinochetista había terminado, al grito de: “¡Tenemos que estar preparados para volver en cualquier momento a nuestras trincheras y enfrentar nuevamente al marxismo!”. Mientras todos desesperaban por encontrarse con los fachos, centenares de jóvenes neonazis fueron a “proteger a los viejos”. Pero no salían. La radio informaba que cuando intentaban salir, vieron las enardecidas hordas de la calle, las barricadas y los gritos, y decidieron replegarse nuevamente al interior del Teatro para discutir qué iban a hacer. En ese momento, mientras más se acercaban los grupos de activistas al Teatro, los pacos más profundizaban la represión, que de todas formas se hizo insuficiente contra la rabia que exudaban los piquetes callejeros.


La juventud combativa persigue por las
calles de Santiago a los fascistas-pinochetistas

En medio de ese caos, un importante grupo de fachos intentó salir, protegido por los neonazis, que estaban armados con cortaplumas, corvos, palos y botellas. Se supo que una joven activista recibió una puñalada en una pierna a manos de un fascista. 

Y sucedió lo que tenía que suceder. En una esquina del barrio Avenida Matta se enfrentaron unos cien neonazis (que protegían a uno 200 viejos) armados con cuchillos, palos y piedras, contra igual número de jóvenes combativos armados con palos, piedras, botellas y un coraje a toda prueba. El duro combate callejero, en el que se cruzaban -aparte de un gigantesco odio mutuo- escupos, piedras, palos, enfrentamientos cuerpo a cuerpo, cuchilladas, etc., duró poco más de quince minutos. Los fachos pinochetistas, que recibieron una brutal derrota física, con decenas de heridos, ensangrentados, inconscientes, dientes volados, narices quebradas, tec abiertos y cerrados y el peor de los pánicos, terminaron huyendo como ratas hacia una estación de metro cercana. La juventud proletaria, de esta forma, mostró cómo se enfrenta al fascismo en las calles y les dio su merecido, aún estando en inferioridad militar, pues los fachos tenían a los neonazis armados, toda la fuerza de los pacos asesinos a su favor y la protección de los “observadores de los derechos humanos”, quienes pregonaban, infructuosamente, el respeto por “todos los seres humanos”. Todos comentaban, al calor del combate “A estos fascistas conchesumares hay que matarlos, sacarles la chucha -golpearlos muy duro-, pa’ que no se atrevan a salir a la calle de nuevo”

Al mismo tiempo, a unas pocas cuadras de ese lugar, otro grupo de jóvenes y obreros combativos propinaban una golpiza a unos fachos que intentaban pasar desapercibidos. En la desesperación y el pánico, uno de los pinochetistas desenfundó una pistola y lanzó seis tiros al aire para poder arrancar, custodiado por los pacos En la misma esquina, un lujoso auto, evidentemente transportando pinochetistas, intentaba salir raudo del lugar. Mientras huía, desde la multitud saltaron enormes piedras que atravesaron los vidrios del vehículo. Una niña le advertía a su madre que en el auto iban dos niños. Su madre le respondió, con firmeza, que los pinochetistas jamás tuvieron compasión con nuestros bebés, niños, mujeres ni abuelos, y que nosotros tampoco debíamos tenerla, respuesta que conformó rápidamente a la niña.

En ese momento, y con la desesperación de estar recibiendo en cada esquina masivos linchamientos, el pinochetismo, junto a los pacos, decidieron trasladar a los que quedaban en el teatro en micros escoltadas por Fuerzas Especiales de los pacos,  mientras las barricadas del sector seguían ardiendo.
A eso de las 16:30 hrs. el centro recobraba lentamente la calma, y dejaba ver, en cada esquina, las secuelas de este gran combate, con los semáforos destruidos, calles atiborradas de enormes piedras, palos, olor a gas lacrimógeno, agua del guanaco, vidrios, botellas, sangre en el suelo, etc.
El balance final que entregó el gobierno fue de 63 detenidos (todos, por supuesto, de los nuestros), 23 pacos heridos (uno de extrema gravedad) y cuantiosos daños a la propiedad pública y privada. Con la intención de aminorar la gravedad de los combates callejeros, nada se informó en los medios de prensa burgueses sobre la cantidad de fachos heridos ni sobre los nuestros.

 

¡Al fascismo no se le discute, se le destruye!

La histórica jornada demostró que la vanguardia obrera y juvenil no está dispuesta a ser llevada nuevamente a las trampas de la vía pacífica. ¡Ni perdón ni olvido! fue la consigna más sentida de la movilización.
El fascismo intenta levantar cabeza, mientras la vanguardia combativa ya anuncia que no le dará ni un respiro. En las calles de Santiago se dio un gran ejemplo de cómo enfrentar eficazmente al fascismo, que no es discutiéndole sino aplastándolo.
Mientras toda la izquierda reformista buscaba llevar la movilización a un acto de “defensa de la democracia”, la vanguardia combativa ansiaba justicia de clase para con los verdugos de la clase obrera. Una joven exhibió un cartel que ganó la simpatía de la masa, y que expresa la conciencia de clase de la vanguardia: “Somos los hijos y los nietos de los obreros que no pudieron matar”, en alusión a una conocida canción de una banda de punk combativo del país Vasco, dedicada a la memoria de los combatientes de la guerra civil española, canción que es considerada un himno para la vanguardia obrera y juvenil que combate en las calles de Chile.

Políticos del gobierno, aterrados por el escenario vivido ayer, salieron a declarar que se arrepentían de “haber apoyado a un régimen que violó los derechos humanos” y “no hay que revivir los odios del pasado, hay que mirar al futuro”. Al mismo tiempo, el alcalde pinochetista de Santiago Centro decía que  había sido un grave error autorizar el acto, ya que la jornada se había transformado en la peor pesadilla de los últimos tiempos.

 En Chile ayer se concentró con espectacular fuerza el enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución. Los paladines de la democracia tendrán que tragarse sus palabras acerca de “los derechos humanos universales” y el “respeto a todas las opiniones e ideas”. La vanguardia gritó bien fuerte: “¡Al fascismo no se le discute, se le destruye!”. Un gran ejemplo para nuestros hermanos de clase de Grecia, quienes son llevados por los “demócratas anticapitalistas” al engaño de enfrentar la fascismo con elecciones y en el parlamento, reeditando la vieja y traidora política de la “Vía pacífica al socialismo”.  

Finalmente, queda, una vez más, demostrada la enorme disposición al combate de enormes franjas de la clase obrera y la juventud chilena, quienes acuden en masa a cada convocatoria de lucha, y su espíritu de combate solo es mellado por el accionar del reformismo, que no se cansa de hablar de la “inmadurez de la clase obrera”, de la “ausencia de condiciones para largar una lucha revolucionaria” y de dividir cada combate. Sin embargo, hoy, a pesar y en contra suyo, se forjó en las calles la unidad obrero-estudiantil para enfrentar al fascismo y, con ello, a todo el régimen pinochetista, profundamente odiado por las masas.



10 de junio de 2011
Partido Obrero Internacionalista – Cuarta Internacional,
integrante de la Fracción Leninista Trotskista Internacional.
Contacto: tribuna.obrera1@gmail.com

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